Recuerdo claramente el día en que Gemma, amiga periodista y mi mayor referente feminista, nos contó que estaba haciendo clases de twerk & bootydance, la primera imagen que me vino a la mente fueron culos en tanga rebotando sin parar frente a hombres que los miraban como un OBJETO.
Mi cabeza explotó al pensar que precisamente ella estaba tomando clases de twerk… Pero, como confío plenamente en ella, pensé “seguro aquí hay algo que yo no estoy viendo”, así que decidí ir a probar una clase, me tomó 3 semanas ir a la primera clase, cada lunes encontraba una buena excusa para no ir, hasta que un día no tuve más excusas, fui a comprar unas rodilleras y me fui a probar este estilo.
Yo he bailado toda mi vida, diferentes estilos como la salsa, merengue, cumbia, mapalé, currulao, música andina, etc, la mayoría ritmos que nacieron del mestizaje que se vivió en Colombia por la colonización y posterior llegada de los esclavos africanos, con los sonidos y bailes autóctonos. Mientras iba caminando a la clase pensaba: “a ver qué me enseñan… siempre en bueno aprender nuevos movimientos… yo que siempre he criticado el reggaetón, heme aquí jijiji”.
Durante toda la clase no podía parar de reír, me daba vergüenza ver como todo me rebotaba en el espejo, veía a Kim Jordan haciendo unos movimientos y moviendo unos músculos que yo ni siquiera me había planteado que se pudieran mover de manera independiente, me sentí super patosa y sin coordinación porque no atinaba a ninguno de los tiempos, y ni hablar del doble tiempo, sentía que mi cuerpo no daba más y tan solo habían pasado los primeros 20 minutos de la clase, aún quedaban 40 minutos más, pensé que no lo lograría. Pero lo logré, sus clases están muy bien diseñadas, tomé conciencia de lo débil que tenía el cuerpo, me encantó la sensación que sentí al terminar la clase, especialmente en la zona de la pelvis, cadera y glúteos, así que decidí continuar.
Como no me gustaba lo que veía de mí en el espejo, me concentré en aprender los movimiento tratando de imitar a Kim, unas semanas después, cuando me sentí más cómoda con los movimientos volví a mirarme en el espejo y descubrí a una mujer que no había visto nunca antes en mí vida, me veía radiante, feliz, me encantaba ver mi culo en diferentes posiciones y me seducía constantemente frente al espejo, por primera ver en toda mi vida, me sentí feliz de tener el culo, las caderas y las piernas que tengo, siempre había pensado que tenía un culo, unas caderas y unas piernas demasiado grandes.
Me encantaba ver como mis músculos se movían para hacer cada movimiento, y como semana a semana, mi cuerpo estaba cada vez más fuerte y lograba sostener durante más tiempo cada posición. Para mí fue, y sigue siendo, un proceso de empoderamiento y de re-apropiación de mi culo y de mis curvas.
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